Un buen debate es como el viento que despeja un territorio de nubes: aclara ideas, posiciones y la escena se vuelve más nítida. Ayuda a entender mejor los argumentos propios y los del otro.
Ayer debatimos en Vidiv unos cuantos sobre si era deseable un diseño politizado. Aquí van mis notas sobre el tema, algo más pulidas tras la fricción de argumentos que provoca el debate.
I
Una aclaración necesaria: el diseño tiene casi siempre consecuencias políticas, pero no siempre tiene intención política. Las consecuencias son inevitables, la intención la decidimos quienes diseñamos.
II
Una premisa: diseñar implica resolver un reto (problema, necesidad, tarea) entendiendo el contexto en el que se resolverá y las personas implicadas en ello. A mayor conocimiento de contexto y usuario, más probabilidad de acertar en la resolución. Podríamos llamarlo diagnóstico. Y no hay buen tratamiento sin buen diagnóstico.
III
Una obviedad: una ideología tiene siempre dos partes. La primera es una idea de cómo deseamos que sea el mundo. la segunda, un programa, una serie de acciones para llegar a ese modelo de sociedad.
La ideología no busca entender el mundo, busca transformarlo. No busca abrazar la verdad como es, sino encajarla en su modelo.
No se puede entender una necesidad, problema, objetivo de diseño si no se desea entender y aceptar la realidad tal y como es. Si sustituimos diagnóstico por ideología, resolveremos siempre peor.
La contaminación del diagnóstico por nuestra forma de ver el mundo es inevitable. La contaminación consciente e intencionada es injustificable.
Un error: sustituir investigación por cosmovisión.
El diseñador ideologizado va por ahí con una solución en busca de problemas.
IV
Somos seres políticos. Todos tenemos ideología, de forma más o menos consciente y manifiesta. Eso no significa que tengamos que retregársela a todo lo que hacemos.
V
Otro error: confundir ética con política. Actuar moralmente, evitar el mal en tus decisiones de diseño, es ético, no necesariamente político.
VI
Dos ejemplos:
ante un dolor de ovarios, un ginecólogo ultraconservador concluye que esa mujer debe tener hijos para que ese dolor desaparezca. Su actitud ultraconservadora le lleva a confundir tarea y usuario: se olvida de que su usario es la mujer que tiene delante y que la tarea es curar ese dolor de ovarios porque su ideología le dice que la tarea es subir la natalidad y la sociedad es “el usuario”.
Le Corbusier se atribuye la responsabilidad de renovar “el viejo mundo”. Proyecta grandes barrios con bloques de viviendas masivos obsesionado por la renovación estética y por la optimización de recursos. El resultado: estructuras deshumanizantes que acaban sumiendo en mayor miseria a sus habitantes, que anulan toda posibilidad de espontaneidad, que limitan y alienan igualando a todos en la colmena. Ejemplos: Los ‘grands ensembles’ de Marsella y Nantes o la Interban de Berlín.
Una curiosidad: en la URSS se copiaba todo el diseño de occidente que se podía. No dieron con un buen modo socialista de hacer buenos productos.
VII
Todos nos sabemos bienintencionados, pero la calidad del diseño está en los resultados, no en la intención de quien lo proyecta. Investigación, estudio y entendimiento ganan a buenas intenciones. Búsqueda de la verdad gana a ideología.
Construir sobre la verdad es más duradero que hacerlo sobre la ideología.
VIII
El diseño se debe al encargo: alguien señala el problema y nos pide que lo solucionemos. El encargo puede venir de nosotros mismos, de un cliente, de un partido o de un amigo, pero siempre lo hay. Es la intención previa, la definición del problema (necesidad, objetivo, reto).
El ejercicio de la política es priorizar, elegir qué cosas son un problema y cuáles no. Y asignar encargos y recursos a ello. Algunos de esos encargos son de diseño.
IX
Elegir a nuestros clientes es el mayor acto político que podemos hacer como diseñadores. Una vez hecha la elección, resolvemos el encargo con la mayor solvencia técnica posible. Lo político es elegir la intención, no ejecutar.
La ideología está, debe estar, pero no en la ejecución.
Un profesional ideologizado confunde lo que sucede con lo que quiere que suceda; sea de derechas o de izquierdas, no hay sector ajeno a este fenómeno.
Nadie quiere criterios ultraconservadores, neoliberales, socialdemócratas o libertarios en su tratamiento médico, en el diseño de su barrio o en el menú del comedor escolar de sus hijos.
X
Otro error: confundir política y cultura.
El diseño no es cultura pero bebe de ella y a su vez desemboca en ella. La usa y la crea en un ciclo infinito. Cuando el diseño se acerca a la cultura no lo hace como a la ideología. La cultura siempre suma y no es un recurso escaso. La cultura es la expresión creadora de una sociedad y acercarse a un ámbito de lo cultural no va en detrimento de otro. No habría que confundirlos.
XI
Hechos > argumentos > opiniones.
XII
La conciencia de nuestros sesgos es el primer paso para un ejercicio profesional bueno. El segundo es la integridad: que nuestros discursos se alineen con nuestros actos.
Elegir para quien diseñamos, al servicio de quién y de qué ponemos nuestro esfuerzo y conocimiento es el único acto ideológico deseable.