Los ocho alumnos del Programa Vostok V

El 3 de octubre de 2014 empezaremos la quinta edición del Programa Vostok y estos serán sus alumnos:

En la gente que selecciono intento ver no sólo lo que saben hacer sino lo que pueden llegar a hacer. Me preguntan a veces que qué valoro. Es sencillo: inteligencia, capacidad y ganas. Mi objetivo es poder sentir orgullo cuando en unos años brillen mucho más de lo que lo hacen ahora y pensar que algo de lo que aprendieron en el curso les valió. 

Se han quedado fuera unas treinta personas. A algunas no les vi suficientes ganas, a otras les vi ganas e inteligencia pero aún les faltaba mejorar sus capacidades, en otras vi que el curso no era lo mejor para su necesidad. Hubo algunos que tenían todo lo que yo buscaba pero simplemente había que cortar por algún lado para cumplir con el compromiso de que sean sólo ocho.

Quiero agradecer a Cabify y Minube que hayan confiado en mi para formar a sus diseñadores. Tengo la sensación de que hemos acertado en la selección y eso ya es la mitad del recorrido.

Parece un grupo muy bueno, espero estar a la altura. 

Onda Corta

Casi cualquier aparato antiguo de radio puede escuchar onda corta, pero no todos lo hacen igual de bien. Un buen receptor destaca en sensibilidad (ser capaz de recibir las señales más débiles), en filtrar el ruido y en calidad de sonido. O calidez.

Famlia SONY. De izquierda a derecha: ICF SW55, ICF 5900W, ICF SW1, ICF 6700W. Son badass, ¿eh?

De todo el dial, la frecuencia que más interesante me parece es la onda corta (SW). Las emisiones de onda corta no son las del barrio o la comunidad, casi siempre previsibles y sin sorpresas. Son las señales que llegan, más fuertes por la noche, desde la otra punta del planeta gracias a que esas frecuencias rebotan en la ionosfera. La magia de la onda corta está en su nocturnidad (por la noche todos imaginamos más fuerte) y en su lejanía. Escuchar emisiones de Canadá, Zambia o Japón, tranquilo, sentado en mi sillón mientras me tomo un Auchentoshan me hace feliz. Hace poco escribí algo acerca de cómo son esas sensaciones, en Medium y en inglés (sin traducir, de momento): Travel in Time and Space 

No soy un gran experto en la materia, pero me atrevo a decir que en receptores comerciales no profesionales ni militares siempre han destacado Grundig y Sony. Especialmente en los 70-80. Sony, en concreto, es muy notoria por los acabados, no sólo por lo excepcional de su tecnología.

Esta es la familia de SONYs que  tengo el gusto de atesorar y que ilustran la foto del artículo, de menor a mayor:

 

Sony ICF SW1

La niña pequeña. Muy portable, una sensibilidad asombrosa para su tamaño.


Un 4 sobre 5 en eHam.
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Sony ICF SW55

Muy capaz. Quizás de las más avanzadas en tecnología e interfaz. Además con un diseño poco usual para estos dispositivos. Un buen entretenimiento para llevarse a un lugar alejado. La calidad de los acabados es asombrosa.

Un 4,1 sobre 5 en eHam.
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Sony ICF 5900W

Un diseño un poco más evocador de lo necesario y unos acabados no tan buenos como las demás, pero una recepción sobresaliente. Esta radio lleva poco en mi colección y aún me estoy formando una opinión.

Un 5 sobre 5 en eHam.
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Sony ICF 6700W

Una de las reinas del salón. Suena casi tan bien como la Braun TS3, pero le gana a todas las demás en sensibilidad y en experiencia de uso. Es un receptor grande, ocupa espacio, pero no hay nada comparable. Esta treintañera japonesa le da cien vueltas a las chonis de fabricación china, que serán más baratas y ligeras, pero que en su vida soñarán con dar tanta calidad y calidez.

Un 5 sobre 5 en eHam.
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Aquí mi 6700W sintonizando NHK Radio Japón.

 

Ninguna de ellas sigue vendiéndose, pero están a la altura de todas las actuales. Un receptor decente cuesta poco y da muchas satisfacciones. Además tiene algo que los smartphones envidian: no envejece. Si el receptor es bueno, servirá dentro de 10 o 20 años igual que sirven los de hace 40. A veces me pregunto si llegaremos a algo así con las tecnologías digitales.

 

RECURSOS:

Una buena guía para comprar tu primer receptor.
Una buena guía para entender el espectro de radio.
Una buena app para reconocer lo que escuchas en cada frecuencia. 

Historias de Cocreación (parte I)

Lisboa, 2002. Otoño, de noche. Yo trabajaba duro mientras fuera, el precioso neon de Martini iluminaba nuestra oficina diseñada por Bofill y situada en la estratégica plaza de Duque de Saldanha.

La foto es de Maique

La foto es de Maique

Algunos compañeros dormían en las sillas Barcelona, otros se habían ido hace rato a clases de yoga porque la profesora estaba muy buena. Obviamente el yoga les traía al pairo. Obviamente no habían vuelto tras la clase. Ellos mirando culos y yo terminando el plan de diseño de la siguiente gran intranet.

Hijos de Puta.

Un banco importante nos había contratado para rediseñar su intranet, sí. O para diseñarla. Para hacer algo útil, en definitiva. Internet aún estaba en pañales, sobre todo en Portugal. Pero esos señores se lo estaban tomando en serio. Querían hacerlo muy bien. Nos tenían en un buen hotel, nos pagaban dietas excesivas y una tarifa a la hora que haría agachar la cabeza a la mayoría de empresas del sector de hoy en día. Al día siguiente teníamos que contar nuestro plan para diseñar la mejor intranet de Europa, mejor que todo lo que habíamos hecho en España, que en realidad era poco o nada, pero eso los portugueses no lo sabían.

Iba a estar allí el estado mayor del banco: los generales de marketing, los mariscales de tecnología y los almirantes de recursos humanos, todos senhores doutores, presididos por el estado mayor. De nuestro lado mis compañeros yogis y yo. Y algún jefe de esos que no sabe de qué va el percal pero que está por protocolo, que se volverá a Madrid con el avión de las seis y la cajita de pastéis de nata para las niñas.

La reunión fue en la sala más formal del banco. He visto mesas largas en mi vida, casi todas en grandes bufetes de abogados. Pero esa le ganaba a todas. Diez hectáreas de Amazonia brasileña convertidas en maderas nobles que lo recubrían todo. Del lado del banco todos trajeados. Se llevaban las camisas de raya fina, me acuerdo bien. Los lisboetas, con su elegancia conservadora y su peinado anticuado. Nosotros, una panda de niñitos mal vestidos no porque quisiéramos trasladar imagen rebelde, sino porque no teníamos ni puta idea de cómo se anudaba una corbata. Bueno, Luzárraga sí; por aquél entonces iba siempre de traje. Y Juan Leal, que andaba con un pie en la Faculdade estudiando ergonomía y otro en IconMedialab. Vino hecho un pincel: traje, corbata y abrigo tres cuartos. Precisamente quien menos se jugaba. Yo lo agradecí. Al menos alguien se tomaba en serio esa comparecencia.

Lo primero fueron las presentaciones. Una hora de protocolo muy formal donde todo el mundo era importante y clave para el éxito de la iniciativa. Esa unanimidad y ese orden... Era todo un espejismo. Estábamos en una gran corporación que además era del sur… La fiesta estaba a punto de empezar.

Continuará...

Sargadelos, espacio y tiempo

La cerámica de Sargadelos, esa loza azul y blanca gallega que todos hemos visto alguna vez, tiene algo que la hace única si te interesa el baile histórico entre ideas políticas, industria y belleza.

La historia de Sargadelos es larga y convulsa: dos siglos de abrir y cerrar la fábrica. Periodos boyantes seguidos de otros malos, diferentes gestiones y métodos de producción y siempre interés por la innovación tecnológica. Sin embargo, desbrozando entre todo ese ir y venir de dueños, gestores y diseños, hay algo, un giro histórico, realmente interesante:

En los años cincuenta, el ceramista Díaz Pardo abre una fábrica en Sada (Galicia). Poco después viaja a Argentina y entra en contacto con algunos intelectuales españoles en el exilio, entre los que destacaba Luis Seoane. Juntos se proponen recuperar antiguas formas de la iconografía gallega pero hacerlo en el zeitgeist del momento, muy cercano a las ideas de la Bauhaus:

  • La fusión de lo artístico con lo industrial.

  • La difusión de lo artístico más allá de las clases pudientes.

  • La dignificación del trabajo con plantas circulares en las que los trabajadores no ocupan un solo puesto sino que rotan y participan en todo el proceso.

A todo esto lo llamaron el Laboratorio de Formas que, tras una primera etapa en Buenos Aires, se convierte en el Sargadelos actual, en Galicia. Fue, quizás, la única experiencia bauhausiana de España. Eso es notorio y pocas personas lo saben.

Pero aún no he contado lo que para mí es lo más interesante...

El Laboratorio de Formas movió un producto basado en una belleza temporal y local a una belleza universal, apreciable por cualquier cultura en cualquier momento de la historia. Y lo han hecho manteniendo los elementos identitarios. Creo que esta comparación lo ilustra bien:
 

A la izquierda una sopera de Sargadelos de 1845. A la derecha la bombonera Cil Follellas Azul que me trajo Sandra de su tierra hace poco.

A la izquierda una sopera de Sargadelos de 1845. A la derecha la bombonera Cil Follellas Azul que me trajo Sandra de su tierra hace poco.

Para comprender qué hace que las cosas sean bellas, tenemos que fijarnos en dos factores: 

  • Su lugar, dónde ocurren geográfica y culturalmente.

  • Su tiempo: el momento histórico en el que se están considerando bellas.

Estos dos factores, espacio y tiempo de la belleza, se combinan de formas curiosas. Algo puede ser:

Bello aquí y ahora
Es el atractivo de las modas locales, las tendencias de pandilla, barrio o ciudad. 

Bello aquí y siempre
Las estéticas tradicionales, los bailes y las músicas regionales, los colores que gustan en cada lugar.

Bello en todos lados y ahora
Las referencias globales, la cultura pop expandida por todo el planeta desde la TV o internet.

Bello en todos lados y siempre
Lo que gusta siempre, en cualquier lugar. La geometría, la simplicidad, la simetría, los ritmos con reiteraciones...

El último punto es el de las cosas que no envejecen y que deleitan a personas de muy diferentes orígenes y culturas. Esa es la belleza universal, la que ocupa todo el vector de tiempo y el de geografía. Y ese es el logro formal del último Sargadelos: mover su producto del cuadrante de belleza aquí+ahora a la belleza universal y atemporal, entendible por cualquier cultura en cualquier momento. 

Sonido, interfaces y McLuhan

Hace diez años escribí defendiendo el uso de sonido en las interfaces de usuario. Mi argumento era que el sonido es una de las formas más efectivas para dar feedback que tiene un sistema porque no necesita de la atención del usuario y porque con el sonido se pueden decir muchas cosas. 

Mis ideas recibieron docenas de críticas, entre ellas una de Enrique Dans  que recuerdo con simpatía por la viñeta que ilustraba su post. Casi todas hacían referencia a lo intrusivo y poco discreto que era el sonido. Tenían razón en ese argumento pero el tiempo ha demostrado que los pros son superiores a los contras. El sonido se ha impuesto. Lo hemos aceptado de manera natural.

Hoy reordenaba libros en el estudio y me ha dado por hojear algunos de McLuhan que leí en la carrera y en mis primeros años de trabajo:

Lean a McLuhan y déjense de tanto Medium

Lean a McLuhan y déjense de tanto Medium

Cito de uno de ellos:

El oído no favorece ningún ‘punto de vista’ en especial. Estamos rodeados por sonido. Forma una red contínua alrededor nuestro. Decimos “que la música llene el aire”, pero nunca decimos “Que la música llene un segmento particular del aire”.

Oímos sonidos de todos lados sin tener nunca que centrar nuestra atención en ellos. Los sonidos vienen de “encima”, de “debajo”, de “en frente” de nosotros, de “detrás” de nosotros, de nuestrs “derecha” de nuestra “izquierda”. No podemos apagar el sonido de forma automática. Simplemente no estamos equipados con pestañas. Mientras que el espacio visual es un continuo ordenado de cosas relacionadas uniformes, el mundo del oído es un mundo de relaciones simultáneas.

 

Todos, sin mirar la pantalla de nuestro smartphone sabemos cuando nos ha llegado un mensaje de whatsapp, cuándo es una llamada o cuándo es una mención de twitter.  El ordenador nos avisa de cuando nos quedamos sin batería o si es la hora de una reunión que teníamos programada. Lo mismo hace nuestro coche: pita cuándo ha entrado en reserva o si nos acercamos mucho al coche de detrás al aparcar, todo mediante sonidos. 

Lo cierto es que si pudiéramos elegir, probablemente preferiríamos el sonido a la imagen precisamente por lo que dijo McLuhan hace… ¡Cincuenta años!

El sonido es multidireccional, multidimensional y no necesita de nuestra atención. Es mucho más intrusivo que la imagen, sí, pero justo por eso es bueno para ciertas cosas. No para todas, sólo para cuando un evento realmente requiere nuestra atención.

Yogures caseros y la Braun Yg-1

Dos de los primeros sabores que recuerdo de pequeño son el del huevo pasado por agua y el del yogur que hacíamos en casa con una yogurtera. Aún no existían los tetrabricks y la leche venía pasteurizada, en botella o bolsa. Duraba menos pero conservaba mejor sus propiedades.

Cuando hace unos días cayó en mis manos esta yogurtera Braun, disfruté primero de contemplar su diseño, extremadamente mínima y funcional, y después bajé corriendo a por leche fresca y algo de yogur ecológico para empezar a producir todo lo rápido que pudiera.

 

En ocho horas tenía seis vasitos de yogur aún caliente pero delicioso. Me comí los cinco y guardé el sexto para hacer más. Y así hasta siete u ocho veces seguidas en que hay que meter yogur o bacteria nueva para renovar el proceso. 

La diseñó, cómo no, Dieter Rams en 1977 y la llamaron Yg-1. Muchas cosas saltan a la vista en su simplicidad: una sola pieza (fácil de limpiar), sin botones (se activa enchufada, se desactiva desenchufada), sin termostatos ni piezas que hagan lo que puede hacer cualquier persona con algo de atención. Los tamaños, las proporciones, las roscas de los vasitos... detalles que no encuentras en los electrodomésticos de hoy.

Braun ya no fabrica yogurteras pero sigue habiendo muchos modelos, quizás no con esa sencillez y sobriedad, pero más que decentes y por menos de 30€. Con o sin Braun, hacer yogures caseros es fácil, barato y muy sano. 

 

Beca minube para el programa vostok V

Minube, la startup detrás de la app líder para viajeros, ofrece una beca en el Programa Vostok V vinculada a una oferta de empleo. 

¿Qué busca Minube? Alguien que ya tenga capacidades gráficas, desenvuelto en Sketch, Photoshop o Fireworks, con un portfolio visual resultón pero aún poco formado en fundamentos de diseño y producto digital. Un junior con potencial para ser un buen diseñador de interacción que, con el tiempo y trabajo codo con codo con Vostok pueda ir madurando en la compañía.

¿Por qué es una buena oportunidad? Porque en Minube saben de viajeros y de apps mucho más que nadie en España. Porque tienen cada vez más proyección internacional, el equipo es de calidad y actúan en varios canales y plataformas. 

Si crees que das el perfil para minube y que quieres formarte como diseñador de interacción, escríbeme a  javier@vostokstudio.com con ejemplos de tu trabajo y una descripción de quién eres y cuáles son tus motivaciones.

Si no es tu caso pero conoces a alguien que crees que puede estar interesado, por favor, comparte este post.

9 proyecciones sobre el diseño de los coches autoconducidos

Los primeros coches a motor eran carrozas a las que les habían cambiado los caballos por un timón. Madera, cuero y metal. Ruedas grandes. Algunos abiertos, otros con carroza acolchada.

Karl Benz y un amigo, en su modelo III. No son hipsters, son personas.

Karl Benz y un amigo, en su modelo III. No son hipsters, son personas.

Ciento treinta años después, los primeros coches autoconducidos son iguales que los que usamos ahora. Los han dotado de un ordenador y han quitado el volante pero siguen siendo un habitáculo cerrado, de formas aerodinámicas en flecha desde el que los pasajeros ven la carretera sentados en asientos que miran hacia adelante. ¿Será siempre así?

Es algo habitual que las primeras versiones de una tecnología nueva mantengan los aspectos formales de la anterior. En realidad la cosa tiende a pasar así: Una nueva tecnología se hace disponible. Se inventan nuevos usos que no existían antes y progresivamente se crean nuevos diseños o se adaptan los existentes a la nueva tecnología con sus nuevos usos.

En el caso de los automóviles, el incremento de velocidad y el deseo de confort llevó a que los habitáculos fueran cerrados y que el conductor estuviera dentro. Con el tiempo, la necesidad de aerodinámica, los motores más potentes y el marketing fueron configurando diseños más cercanos a lo que conocemos hoy. 

El año pasado, María Alonso Raposo nos dio una charla en el anterior Programa Vostok sobre su trabajo en factores humanos aplicados a la conducción. La segunda parte de la clase la pasamos haciendo proyecciones de uso (y diseño) sobre los coches de dentro de 20 años, asumiendo dos premisas:

  • Serán autoconducidos

  • Serán eléctricos

Estas son algunas de las proyecciones que salieron de ese ejercicio:

  1. Habrá más desplazamientos pues todos los que hoy no pueden moverse autónomamente en vehículo lo podrán hacer (niños, discapacitados, ancianos, borrachos...)

  2. Si todos pueden moverse en un radio mayor, las distancias se acortan.

  3. Si las distancias se acortan, se redistribuye el espacio. Surge un urbanismo diferente donde la cercanía al centro pierde relevancia.

  4. Si los coches son autoconducidos, se optimiza el tráfico y se reducen los tiempos. Esto también influye en la redistribución del espacio geográfico.

  5. Si los coches son autoconducidos no es necesario que estemos sentados mirando hacia adelante pues no hay que ir mirando la carretera. Se redefine el espacio interior. Puede haber coches circulares para que varias personas interactúen cara a cara, como en un salón, coches litera para dormir o ir más cómodos mientras nos desplazamos.

  6. La conducción manual queda relegada a espacios privados, se convierte en algo 'deportivo' y clásico, como montar a caballo hoy. Puede que hasta haya un día designado para que la gente con coches manuales y a gasolina los saque a la calle en procesión para aplauso y admiración histórica, igual que hoy hacemos con otras tradiciones y tecnologías vetustas.

  7. El coche puede ser un asistente y no sólo un vehículo para personas: "ve a por la compra que ya la tienen lista".

  8. Si el coche puede ser un medio de transporte de mercancía sin personas, habrá coches sin pasajero ni cabina.

  9. Amazon Prime Air + bases nodriza sobre ruedas= centros logísticos móviles.

Fue divertido toparme ayer con esta charla de Brad Templeton, titulada Autonomous Cars 101 en la que expone algunas de estas conclusiones. Merece los diez minutos que dura:


Lo más interesante es ver cómo casi siempre se repite el patrón:

1º nueva tecnología
2º nuevos usos
3º nuevos diseños

Habría mucho que discutir sobre si siempre es así, en ese orden o si podemos alterarlo. ¿Podemos defnir nuevos usos y acabar creando tecnologías disruptivas que los apoyen? ¿Quién dispara el proceso, los innovadores de negocio o los innovadores tecnológicos? ¿En qué lugar encajamos mejor los diseñadores?

Beca Cabify para el Programa Vostok V

Cabify, una empresa con la que trabajo necesita un diseñador de interacción y me ha propuesto becar a uno de los alumnos del Programa Vostok V en el caso de que lo contrate.

Buscan a una persona junior más fuerte en lo visual, que se maneje bien en Sketch  y que formándose pueda ganar visión sistémica, principios, etc.

Cabify es una startup en muy buenas manos y con un equipo técnico excepcional. No voy a describir la compañía porque está todo en internet, pero sí diré que lo que la hace interesante para un diseñador de interacción es que su servicio es de una calidad tremenda, el diseño y la experiencia de usuario tienen una influencia grandísima en el negocio y lo que se diseña en Cabify se usa en muchísimos países, no sólo en España. 

Si cumples con este perfil y has considerado hacer el curso pero has abandonado la idea porque no podías pagarlo, quizás quieras contactar conmigo: javier@vostokstudio.com

Si no es tu caso pero crees que alguien conocido puede estar interesado, por favor comparte este post.

Un paquete llega a Cincinatti

Todos en Procter & Gamble estaban entusiasmados con la compra de Braun. Tras los trámites financieros llegaba el momento de trasplantar un nuevo corazón a esa compañía. Mandaron a los diseñadores alemanes a casa y tomaron las riendas del producto. Lo primero, dejarlo en manos de los chicos de branding.

El paquete acababa de llegar a la sede central de P&G en Cincinatti. En la sala estaban todos ansiosos por ver el resultado. Lo remitía su agencia de branding de cabecera, la de los encargos difíciles. Habían cumplido con el deadline: dos semanas para reformular el producto y mandarlo de vuelta, sin presentaciones.

La caja estaba allí encima de la mesa de juntas, al lado del Polycom que les conectaba con la agencia creativa de Nueva York:

Llevaban años trabajando con ese proveedor. Su diseño para el bote de champú Pantene ayudó mucho a P&G a posicionar la marca. Pero sus mejores trabajos los habían hecho con las  fragancias: Hugo, Dolce & Gabanna... Sabían hacer que las formas hablasen, que contasen historias. Sin duda eran el proveedor adecuado para este tipo de trabajo.

Todos estaban ansiosos por ver si, una vez más, lo iban a lograr. El briefing era claro: frescura, diversión, modernidad, tecnología, potencia y velocidad. Todo sin tocar el mecanismo interior.

Alguien abrió la caja: sacó un prototipo y repartió unas fotografías que comparaban el aburrido modelo anterior con la propuesta que habían hecho los creativos:

 


La sala entera estalló en un aplauso.


Habían dotado de un nuevo significado al acto de cepillarse los dientes.





Las fotografías son reales, de Michael Dant. Todo lo demás es una ficción muy posible que si se prolongase terminaría en lo que Braun / Oral-B es hoy: