Sonetos sobre sistemas de diseño
O la historia de cómo y por qué los miembros del Programa Vostok acabaron escribiendo poesía sobre la racionalización del diseño. Eso y los siete sonetos, incluido el de un poeta muy reconocido.
¿Limita la creatividad un sistema de diseño? ¿Hasta qué punto condiciona el contenido y la capacidad narrativa? ¿Es deshumanizante? ¿deja lugar para la emoción y la sorpresa? Estábamos debatiendo eso mismo el Programa Vostok cuando Juan Morales hizo una pregunta que nos dejó a todos en la duda:
– ¿Un soneto es un sistema de diseño?
Según la wikipedia:
Un soneto es una composición poética compuesta por catorce versos de arte mayor, endecasílabos en su forma clásica.1 Los versos se organizan en cuatro estrofas: dos cuartetos (estrofas de cuatro versos) y dos tercetos (estrofas de tres versos).
En efecto, es un conjunto de normas acerca de forma, estructura y relaciones entre partes. Además tiene recursividad, simetrías y armonías formales, ¿verdad?
No hizo falta decirlo, todos lo estábamos imaginando en nuestras cabezas… La mejor forma de entender la relación entre norma y contenido, entre estructura poética y mensaje, era precisamente escribir uno. Y ya que estábamos en faena… ¿por qué no escribirlo precisamente sobre sistemas de diseño?.
Una semana después, entre sorbos de Amontillado viejo y luz de atardecer, tras una magnífica clase impartida por Jesús Terrés, leímos y escuchamos nuestros poemas que, con gusto, hoy compartimos aquí:
Dejando de lado todos los clichés,
dando la cara a un problema pactado,
libre como un pájaro anillado,
un temple heredado estilo japonés.
Cuidando la forma campo a través,
siendo fiel y obviando lo obviado,
podrás caminar sobre cimentado,
con el orgullo de un viejo guardés.
Solamente queda tener cuidado,
no dejes a nadie jugar con él.
Pequeño Fabergé acorazado.
Puede que sea algo zarandeado,
que se sobreescriba como el papel.
Pequeño Fabergé adulterado.
María Moreno
Tan sencillo y tan honesto que parece
un lenguaje extremo por naturaleza,
en su exceso reside la belleza,
pues a reglas y normas obedece.
A cientos de miles enloquece,
se les sube un poco a la cabeza,
transforman su obviedad en mi pereza,
dudemos si tanto lo merece.
Sometido a una eficiencia recursiva,
Neutral, escalable, multifuncional,
enemigo íntimo de la narrativa.
La sorpresa a veces no está mal.
No lo usemos de forma abusiva,
dejemos hueco a lo emocional.
Isabella de Cuppis
DOCTRINA
Un buen diseño no es un chamuyo,
porque los programadores tienen un gran dote
ya que siempre se rompen el marote
y por eso nunca me lo atribuyo.
Utilizando un sistema les instruyo
que como buen método necesita un garrote
pero como jamás hago uso de mi chicote
siempre termino y se los retribuyo.
A veces la idea se vuelve fulera,
pero ojo, ellos nunca me atacan
ni aunque el trabajo les demoliera.
Al buen resultado se lo achacan
y no quiero parecer una simple mechera,
al gran sistema que machacan.
Nicolás Amateis
GLOSARIO: chamuyo: (lunfardo) Hablar o escribir con intención persuasiva, sin argumentos sólidos. Marote: (lunfardo) Cabeza de una persona. Inteligencia, capacidad de entender. Chicote: Látigo (azote). En América. Fulera: (lunfardo) Que es chapucero o poco útil. Mechera: (lunfardo) Mujer que roba en las tiendas.
Luces en capsulas encarceladas,
hijas del orden y la sumisión,
mas desconocen la satisfacción
de sentirse empoderadas.
Y es así, como esa falsa quimera
de narrativa y belleza,
nos muestra con vergüenza
su naturaleza primera.
¡Oh sentimiento evocador!
sin ti andan desnudas y vacías
las luces a tu alrededor.
El equilibrio suena delicado,
pero en él se haya el reto
de humanizar lo frío, lo helado.
Laura Caro Navarro
Ponemos todo nuestro empeño
en las lecciones de Javier
Cuando, diligente, nos hace aprender
maravillosos sistemas de diseño
¿Cuántas veces tendré que repetir
la horrible aplicación de la alergia
para que mi querido Pedro y su sinergia
entiendan que lo que me gusta es vivir?
Locuacidad, cultura y pasión
hacen que este feliz y manso rebaño
pongan cada viernes todo su tesón
En comprender lecciones que antaño
dominábamos cual Maradona el balón
mientras llega el final del año…
Xabier Mauleón
Las normas de un sistema de diseño
debería de cumplir un soneto
para querer tener vuestro respeto
más allá de debatir con empeño.
Neutral y eficiente en su desempeño,
la sílaba forma el buey del cuarteto,
la rima hace predecible al terceto
ensamblando palabras como enseño.
Si los de Ulm dicen de abrir la mente
para que enriquezcamos el debate,
el dejarse llevar es sorprendente.
Intenta olvidar el escaparate,
busquemos secuencias precisamente.
Aspirar a narrar no es disparate.
Juan Morales
Como regalo final, dejamos aquí el que hizo José Luis Morales, padre de Juan y poeta, que se interesó por el tema y se animó a hacer uno. Imaginad el privilegio: José Luis tiene obra publicada y gran reconocimiento, ostenta los premios de poesía José Hierro, el Blas de Otero, el Miguel Hernández o el Rafal Morales, entre otros. Aquí va su pieza, en referencia y guiño a Un soneto me manda hacer Violante, de Lope de Vega:
Un soneto me manda hacer Cañada
que tenga las diez reglas del diseño:
que sea funcional(1), neutral(2) y dueño
de unidad(3), predecible(4) y modulada
su estructura(5), escalable(6) y, de pasada,
eficiente(7), geométrico(8) y tan dueño
de todo que, tras él, cualquier empeño
se someta(9) a su ley, aquí enunciada.
Alguna regla falta, estoy seguro,
pues sólo dos cuartetos he empleado
y me quedan tres versos para el sello.
Las cuento, las recuento — vaya apuro,
tengo nueve y aún no he terminado — ;
por poco se me olvida: ¡que sea bello(10)!
José Luis Morales
Poder compartir algo así con y entre los alumnos, esa apertura de corazón y de mente, hablar de diseño sabiendo que hablamos de lo divino y lo humano, de lo útil que no es bello y de lo bello que por serlo deja de ser inútil, bailar los proyectos que tenemos entre manos entre dos mil años de referencias tecnoloógicas, culturales, políticas, religiosas o económicas para volver a aterrizarlos en el momento actual… Pocas veces he disfrutado tanto y le he visto tanto sentido a lo que hacemos.
Holy Week
I wanted to do justice –a beautiful justice, I believe– to those old places taking photos of them with a camera as old; and those aged roads with equally aged film rolls. I wanted that ruggedness of the cracked asphalt to naturally be in the grain of the film images, those bumps reflected in the light leaks of the camera and in the stains that time creates in the expired 35mm emulsion.
Photos were taken with a Contax Quartz 139 and diverse lenses with Afga Agfapan APX 125, expired in 1982. The music used in the videosequence is the startling "Descansa" by David Cordero y el Niño de Elche.
Under construction
My girlfriend Jara is an architect. She is currently working on the restoration and reconstruction of a hotel in Madrid. Part of her job is to go around the construction site checking that all the works are being done according to procedures. When doing so, she brings her tiny Fujifilm Tiara and documents the atmosphere, the work in progress.
I very much enjoy these photos. They bring me her sight, the way she sees beauty in something I would have never put muy eyes on. She sometimes refers to the construction site as “my office. It couldn’t be farther from the type of workspace most of us have. So open, rough, analog, dusty and grainy, as film is most times.
This little (big, beautiful) project of hers is still under construction (pun absolutely intended here) and most photos are not yet published or even developed. I am always excited when I see new ones coming, convinced that they will make a delightful exhibit somewhere in the renewed hotel when they reopen it.
You can follow some of Jara’s photos at her instagram.
A strong feeling of presence
There is a whole color and light palette in my mornings I want to be able to capture. It has touch, scent and it comes with a strong feeling of presence, evethough I’m alone when I take these photos.
Pink silence
There are times when I feel extremely lucky to live in this latitude, with these beams of textured warmth coming in a few times a day, depending on the inclination of the sun. Madrid has easy winters, with the precise amount of cold and sun rays.
I like these two photos because they speak about the (beautiful) changes that are occurring in my life these days.
St. John of the Cross
During the last year I spent many hours reading the poetry of Saint John of the Cross and also his biography. It had such a profound effect on me that I decided to visit the places where he lived, trying to see a bit of what he saw, to be where he was, in an innocent attempt at better embracing his philosophy.
The project is incomplete, since there are still unchecked places and also some others that demand a second, more thoughtful visit. I will do so when I’ve saved enough time and silence to do so.
El mejor barman del mundo
NOTA: Este post se publicó originalmente en la lista de hombresdebien.com, el 23 de mayo de 2016.
He llevado a pocas mujeres a Del Diego y no me arrepiento. Hay lugares que uno se reserva sólo para quien importa, o quién parece que lo merece.
En realidad siempre he disfrutado contando la historia: Ava Gardner, Dominguín, Hollywood en Madrid… Chicote. Y el ‘chaval’: que si Fernando, baja a por una caja de sifones, que si trae una botella de ginebra… El niño, con quince años, aprendiz entonces, maestro ahora. Joder si me gustaba contarlo… Pero sólo a quien fuera a entender la trascendencia, la relevancia. Sólo a quien admiré y en quien vi belleza o nobleza. O ambas.
Tenía veinticinco años –un paleto recién llegado a Madrid– cuando me llevaron por primera vez. Fue mi senior, Andrés, premiando una buena primera semana de trabajo: “te voy a llevar a beber un buen cóctel, que te lo has ganado”. Un jueves. Pero... ¿Se podía beber en jueves? Yo con mis pintas de chaval que quiere ser aceptado en Madrid, sin entender que Madrid te quiere seas como seas.
Y pasaron muchos meses y muchos Gimlets tras esa primera vez. Muchos proyectos, aumentos de sueldo, éxitos profesionales, algunas caídas y unas cuantas mujeres. La paternidad, la primera empresa propia, el primer desamor… Nunca fui por rutina. Por respeto a la tradición que inauguró mi senior, siempre crucé esa puerta para celebrar algo: grandes éxitos. O grandes hostias. Al final va de eso, de sentir. Placer o dolor, estar vivo. Los Gimlets de del Diego han sido por dieciséis años el acompañamiento de mi sentimiento. Y que lo sigan siendo.
Me he plantado en la calle de la Reina limpio o sucio, elegante o desgarbado, triunfante o derrotado. Siempre me hizo sentir el mejor cliente, pero en realidad era él, el mejor barman. El mejor del mundo. La conversación justa y la copa perfecta. Mi zona de confort por dieciséis años seguidos. Para qué salir, ¿verdad?. En mis cuarenta tacos he dudado acerca de qué hacer, a quién querer o hacia dónde andar, pero nunca a qué bar ir si la noche era especial. Por inicio o por final, por victoria o por derrota.
Con el tiempo aprendí a continuar la tradición: llevar a tomar un Gimlet a mis juniors, a mis compañeros, a quien demostrase amor por las cosas bien hechas. Y a algunas mujeres -muy pocas, ya lo he dicho- a las que amase o de las que quisiese enamorarme. Mujeres que oliesen a dulce y salado a la vez, con un abismo tras la sonrisa.
Allí siempre brindé por lo mismo: belleza o prosperidad. Trato de hacer memoria y no, nunca hubo otros motivos. Ni los habrá. Mi amigo Terrés dirá que claro, que todos los brindis son el mismo. No le faltará razón. Y seguiremos levantando la copa, el Martini, el Gimlet o lo que sea que bebamos, siempre perfecto. En Calle de la Reina 12 de Madrid. Por supuesto.
Don Fernando nos dejó hace unos meses. Me enteré de camino al aeropuerto, horas antes de volar a Nueva York, y lloré a ocho mil metros de altura. Por el cariño y el aprecio que siento por sus hijos, David y Fernando, dignos herederos; por el resto del equipo y por esa maldita luz que siempre quise más tenue, pero que aprendí a querer. Por todas esas noches, las buenas y las malas, los principios y los finales, los brindis por la belleza y la prosperidad, las cumbres y los agujeros, el sabor salado de los besos y las mujeres con abismos. Por todo eso y porque, joder, se nos fue un hombre de bien.
Semana Santa
Ha sido una Semana Santa de carretera, sin apenas pisar una autovía. Muchos kilómetros, paisajes y lugares asomobrosos, el coche y las cámaras. Tenía ganas de contar lo que ve uno cuando se sale de las rutas transitadas y recorre esa España de tractores, ventas y gasolineras abandonadas. Algo anticipé en el post anterior.
Me parecía de justicia –una justicia bonita– retratar esos lugares viejos con una cámara igual de vieja; esas rutas caducadas con rollo de película igual de caducado. Quería que la rugosidad del asfalto estuviese de forma natural en el grano de las imágenes, que sus baches se reflejasen en las filtraciones de luz de la cámara y en las manchas que el tiempo provoca en la emulsión química de 35 milímetros.
La música que suena es el sobrecogedor "Descansa" de David Cordero y el Niño de Elche.
Dieter Rams vs. WabiSabi
Por serendipia llego a un tweet de mi amigo Juanjo Seixas de 2011 en el que me refiere a éste álbum: Music for Dieter Rams, un conjunto de canciones creadas por Jon Brooks exclusivamente a partir de los sonidos del despertador AB-30, diseñado por el maestro alemán
"Every sound on this record, from the melodic sounds to the percussion, the atmospheric effects to the bass lines originates from the Braun AB-30 alarm clock."
Escucho tranquilo y me quedo mirando a mi AB-5, de la misma familia:
La idea de componer inspirándote en un objeto y todo lo que simboliza es bonita. Es un camino desde lo funcional a lo emocional muy interesante. Últimamente ando viviendo muchos de esos, tratando de ponerlos en orden en mi cabeza, de entenderlos.
Suenan las notas, algo frías, germánicas, correctas en su ritmo y su alegoría de perfección... Y me viene a la cabeza (cómo no) Kraftwerk. Uno de los favoritos de mi hijo y que suena mucho en casa estos meses. Ellos también cantaron al progreso moderno. Y también se inspiraron en algún objeto, clásico del diseño, para componer sus cancioines. En concreto en la serie de radios Voksempfänger diseñadas por W. M. Kersting (otro día os cuento más de ella):
Tanto Kraftwerk como Jon Brooks proponen una música que es diseño alemán puro. Es una manera de forma-función aséptica. El rol del músico es neutro, igual que el rol del diseñador moderno: ambos dejan que sea la función y el contenido el que se exprese. En este caso es la precisión del chip, los impulsos digitales amplificando su actividad. Una música muy especial pues evoca sin emocionar.
A la vez, en la mesa está, recién leído, "Wabi-Sabi, Further Thoughts". Un libro que habla de la belleza de lo imperfecto, de lo vivo que está en permanente evolución porque nace o muere, de lo gastado, vivido, oxidado, descompuesto.
Y me pregunto si existe un término medio entre ambas bellezas, o si merece la pena encontrarlo. Al fin y al cabo los términos medios siempre me parecieron el lugar más aburrido del mundo.
Quizás no haya que buscar una media aritmétrica, una equidistancia; quizás sea una síntesis, a la manera las tríadas dialécticas. Una forma de diseñar para los sentidos, una manera de, proyectualmente, crear objetos, lugares, momentos, sabores... Que son bellos y útiles al mismo tiempo, que cumplen su función y emocionan, pero no porque sean capaces de hacer las dos, sino porque las dos son una. Puede que lleve años, siglos, delante nuestro y aún no nos hayamos dado cuenta.