Jack London vs Adolf Loos
En 1906, Jack London publicó un ensayo titulado The House Beautiful, traducido al español como “La casa bella”. En él, deriva la idea de belleza de la de utilidad, usando como ejemplo el diseño de las embarcaciones. Después dedica unas páginas a explicar por qué cree que la arquitectura de su momento y lugar (San Francisco, principios del s.XX) está cargada de mentira.
Me permito transcribir algunos párrafos:
Una columna, cuándo es un objeto útil, es bella. Las columnas de madera estriadas clavadas en la estructura de mi casa no son cosas útiles. No son bellas. Son pesadillas. No solo no aguanta ningún peso, sino que ellas mismas son un peso que perjudica a los soportes de la casa. Algún día, cuando tenga tiempo, ocurrirán con seguridad una o dos cosas. O bien iré y mataré al hombre que perpetró esa atrocidad, o si no, tomaré un hacha y haré saltar esas mentirosas tablas estriadas.
[…]
Una cosa debe ser verdadera, o de lo contrario, no es bella, igual que no es bella una libertina demasiado pintada, ni es bello un rascacielos que es intrínseca y estructuralmente ligero pero que tiene exteriormente un aspecto falsamente macizo de columnas de yeso.
[…]
Una casa honrada dice la verdad sobre sí misma.
La sensación de déjà vu al leer el texto es tremenda ¿La sientes tú como yo?
Tras terminar el librito he ido corriendo a verificar fechas en la Wikipedia. Y efectivamente, el texto de Jack London es anterior, por cuatro años, a Ornamento y delito, de Adolf Loos. Parece que al patriarca enfurruñado del movimiento moderno se le adelantó un americano algo más pragmático y menos intelectual, pero con ideas muy similares.
Se me hace divertido imaginarles juntos, dándose la razón respecto a adornos y casas, molduras y cenefas. Después, en algún momento entre pipas y licores, Loos sacaría el tema de los tatuajes: “una persona moderna que se tatúa es o bien un criminal o un degenerado”, a lo que London respondería: “muéstrame un hombre con un tatuaje y te mostraré un hombre con un pasado interesante” y de golpe, lo que empezó alineado, acabaría como una pelea de insultos y reproches cruzados.